Los roles sociales
El rol social se define como la serie de expectativas que la sociedad tiene sobre un individuo.
La primera gran pregunta que nos deberíamos hacer sería, ¿cuáles son nuestros roles sociales?
Se establecen una serie de consensos que determinan qué conductas son apropiadas y cuáles no. A cada estatus social se le exige un rol determinado de comportamiento.
Los roles se desempeñan dentro de cualquier grupo y en cualquier circunstancia, por ejemplo, en un equipo de baloncesto se encuentra: el base, el alero, el pívot, el entrenador, etc…
El rol cada uno lo construye y lo adapta a sí mismo. Puede que en un principio este rol esté definido por lo que los demás miembros del grupo esperen de uno mismo, pero posteriormente, cada uno deberá adaptar esas expectativas y exigencias de los demás a sus características personales. Cuando esta adaptación no sucede, es cuando las personas pueden sentirse frustradas e incómodas.
Vamos a desglosar el “rol social” en tres apartados que nos han parecido interesantes de destacar:
Construir nuestros roles sociales
Nuestro rol en la sociedad evoluciona constantemente. Este dinamismo nos permite, a nosotros como individuos conscientes, poder participar en ese cambio.
Con nuestras conductas y comportamientos generamos unas expectativas en los demás.
Los problemas suelen aparecer cuando nos comportamos de una forma diferente a lo que somos. Cuando intentamos adoptar un rol que sobrepasa nuestros límites de flexibilidad o cuando queremos introducir cambios demasiado rápidos y radicales en nuestras funciones. Existen “puestos” a los que nos adaptamos cuando entramos en un grupo nuevo. En este caso, lo conveniente sería adaptar el rol a nuestra forma de ser y no adaptar nuestra forma de ser al rol.
Factores de estrés vinculados a los roles sociales
Existen unos factores vinculados al rol que pueden generarnos ansiedad y estrés:
- Ambigüedad de rol: cuando tenemos que adaptarnos a un rol en el que no sabemos realmente qué es lo que tenemos que hacer o no está claro nuestro papel ni sabemos lo que los demás esperan de nosotros.
- Conflicto de roles, en este caso podemos destacar dos tipos de conflicto:
- El conflicto dentro del mismo rol: cuando el rol no va con mi forma de ser y no puedo dar lo que me piden.
- El conflicto entre roles: cuando me asignan, dentro de un mismo grupo, dos roles distintos, por ejemplo: ser padre y trabajador al mismo tiempo. Esto podría generar estrés sino logro cumplir con ambos.
- Roles adjudicados: son los problemas que derivan de adaptarnos a un rol establecido sin tener en cuenta nuestra personalidad y contando con poco margen para reconstruirlo nosotros.
- La exigencia o no exigencia en mi rol: cuando se generan unas expectativas por encima de lo que nosotros somos o podemos dar. Esto provoca en nosotros frustración, estrés y ansiedad. También existe la “no exigencia” o poca exigencia que es cuando tienen unas expectativas “pobres” sobre nosotros y esto no nos permite crecer como personas y puede llevarnos a la pasividad.
Cuando nos creemos nuestro rol
Construir un rol requiere tiempo e inteligencia. Por ello es importante saber crear un rol conociéndonos a nosotros mismos para saber gestionarlo de la mejor forma posible y así poder sacar el mayor provecho.
Cada rol exige una cierta dedicación. De cada rol podemos sacar un aprendizaje. Cuando se nos acaba un determinado rol, lo mejor que podemos hacer es asumirlo, al fin y al cabo, el rol es la oportunidad que tenemos de mostrar al mundo lo que somos capaces de aportar. Aunque parezca un matiz sin importancia, cuando creemos que nosotros somos un rol concreto, estamos errando en nuestra identificación.
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